Una voz transfeminista y libertaria el 8M

Por Paula Muñoz Mora, AnarcoTransFeminista

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Un año más se acerca el Día de la Mujer Trabajadora, el 8 de Marzo, el día que el feminismo, tanto el institucional como el que procede de los márgenes, pretende hacer suyo. El movimiento libertario, y en especial las compañeras que militan en organizaciones anarquistas, no son ajenas a esta pugna. A veces pienso si no hacemos más que bailar al son de la música impuesta por el sistema en nuestro calendario… Siempre reaccionando, en respuesta, a la defensiva, sin pasar al
ataque… Pero eso es tema de otro artículo.

Antes de nada, constatar como siempre, que las siguientes líneas no son más que hijas del interés particular de la que suscribe por compartir sus sentires y percepciones subjetivas con la comunidad. Pues pienso que sólo poniendo en común nuestras subjetividades, podremos aproximarnos a cierta objetividad en nuestros discursos colectivos que constituyen la voz del movimiento.

Me presento nuevamente: Paula Muñoz Mora, anarkofeminista, anarkosindicalista,
anarkocomunista y transfeminista, militante de la CNT-AIT. Para mi todas estas etiquetas no tienen diferenciación unas de otras, no se pueden separar unas de otras, pues estarían vacías, carentes de sentido. Sin embargo, es necesario poner nuevamente los apellidos para que no se olviden los matices.

Este año la pandemia y la crisis que se acompañan, nos han conducido a un 8M particular. La palabra es precariedad y es ruptura, es conflicto y represión. Hemos visto como se nos ha confinado en nuestras casas, hemos visto como se ha dejado a multitud de trabajadoras sin recursos para sus sustento y sus familias, hemos visto como el capitalismo, el Estado, la patronal han puesto en la milla hacia el cadalso a la clase obrera, obligando al trabajo sin defensa contra la pandemia, sin material adecuado, hacinados en centros de trabajo y medios de transporte, etc, para luego
criminalizar sus protestas, mientras daba rienda suelta a sus siervos fascistas para ocupar la calle.

Entre tanto, el miedo nos ha separado. Si el año pasado ya pensaba que el movimiento feminista estaba roto, este año la situación no es mejor. Este año el enfrentamiento entre Radfem y Transfem ha llegado a niveles realmente alarmantes en el Estado español. En especial por la inminente salida de la que se ha dado en llamar la Ley Trans, cuyo borradores abogan por la autodeterminación de género, lo que algunas interpretan como un intento de borrar a la mujer y su lucha.

Este conflicto también ha salpicado al mundo libertario, como ya dije. Pero no como cabría esperar desde la perspectiva de criticar una iniciativa legislativa, que podría suponer una legitimización del Estado, sino cuestionando la teoría y el movimiento queer, bases del transfeminismo, bandera de la diversificación del movimiento feminista desde los años 90s. Y lo mejor es que no es tanto cuestionar sus postulados, compartidos en muchos casos con otras oradoras del feminismo de décadas anteriores, si no como criticar el origen académico y burgués de muchas sus más famosas filósofas, olvidando también este mismo origen para otras teóricas de décadas anteriores, tanto del feminismo como del anarquismo. Todo lo que no interesa es postmoderno y quien lo defiende está alienada. A nadie parece haberle importado la situación de desamparo y exclusión que esta crisis ha dejado para las personas trans, en particular a las mujeres, para las cuales encontrar trabajo, ya en época de abundancia y salubridad era toda una odisea, no digamos en el momento actual. Como si posicionarse en apoyo al reconocimiento de nuestros derechos, el de las personas trans, fuera apoyar el Capital y al Estado.

El otro punto caliente es sin duda la prostitución o trabajo sexual, que se podría hablar en términos muy similares. Imagínense por un momento en que situación ha podido dejar esta crisis a las compañeras: sin paro, sin prestaciones, confinadas y con miedo a contraer la enfermedad mortal… Precariedad se queda corto. Pero no me extenderé en esto. Que lo hagan las putas. Y lo mismo para las compañeras migrantes y racializadas…

Pues con esto quiero llegar precisamente a lo que me motiva a escribir estas páginas. Varios manifiestos, artículos y comunicados de los bloques anarquistas y libertarios, que a toda prisa han decidido organizarse para esgrimir bandera y salir a la calle este 8M, varios de estos textos han llegado a mis manos. Y lo primero que he constatado es que he echado en falta la perspectiva transfeminista. No hay mención alguna a compañeras trans o putas (someramente se menciona la inmigración, el racismo…). Mi primera reacción ha sido de indignación ¿Cómo mis compañeras se han olvidado de mi? Pero luego he recordado aquello de que “solo el pueblo salva al pueblo”, solo
las oprimidas salvan a las oprimidas. Y en base a esto me he dado cuenta de que no podemos caer nuevamente en el victimismo. SOLO LAS TRANS, LAS PERSONAS TRANS, NOS SALVAREMOS A NOSOTRAS MISMAS. No podemos esperar a que nuestras aliadas levanten la voz por nosotras. Tenemos que alzar nuestra propia voz. Debemos ser nosotras las que recojamos el fusil de las que nos precedieron y prender los contenedores de la transfobia, para que iluminen nuestra revolución…

 

Este es mi alegato en pro de mi revolución, una revolución queer, una revolución transfeminista, una revolución libertaria. Sólo una revolución que incluya a la disidencia sexual y abogue por la autodeterminación personal y colectiva, sea del género o cualquier otra índole, podrá ser una revolución verdaderamente anarkista. Sólo esa será la Revolución Social que ansío.

Esta crisis me ha dejado sin trabajo, me ha dejado sin sustento, me ha vuelto a situar en la boca de aquellos que cuestionan mi identidad, como si cualquiera que no fuera yo pudiera decir quien o que soy. Parece que ésto preocupa más a mucha feminista o libertaria, que la opresión que sufrimos de parte del Estado y el Capital. Ha ocupado esto más tiempo en redes sociales que la PRECARIEDAD o la REPRESIÓN que sufrimos todas. Y sin embargo, cuando el colectivo trans, a base de lucha callejera consigue arrebatar al Estado la migaja de reconocer sus derechos, entonces nuestras propias compañeras ponen el grito en el cielo, reinterpretando a conveniencia textos académicos, pero sin acercarse a la realidad de la calle.

Con esto quiero manifestar mi apoyo a la RESISTENCIA TRANS, cuya lucha ha logrado hacer temblar al Estado y su administración, minando su poder, obligando a reconocer sus derechos en pro de una Paz Social, mediante la proliferación de distintas leyes trans autonómicas en los últimos 7-8 años (y todavía existe la mujer, cuidado) y finalmente la inminente ley estatal. Porque la que suscribe piensa que toda ley que reconozca derechos a la clase obrera y las comunidades que la forman en su diversidad, son trabas al poder del Estado y el Capital, son pequeñas victorias de las
batallas que primero se libraron en la calle (jornada de ocho horas por ejemplo). Pero no podemos ni debemos quedarnos ahí, no podemos seguir siendo la Resistencia. Debemos pasar a la acción y convertirnos en Revolución. POR LA REVOLUCIÓN TRANS Y TRANSFEMINISTA, POR LA REVOLUCIÓN SOCIAL Y EL COMUNISMO LIBERTARIO, pues una sin otras no somos nada.