Muerte al Estado y a la “revolución” que lo necesita: solidaridad anarquista con lxs compañerxs que protestan en Cuba

En el territorio español prevalecen dos posturas claras respecto a la situación que hoy azota al pueblo y a la clase trabajadora cubana: por un lado, los medios de comunicación afines al poder y una buena parte de la población asume de muy buen grado la intervención occidental y capitalista estadounidense, de manera que no tienen ningún problema para apropiarse e  instrumentalizar la oleada de protestas por una vida digna y libre de tiranías que ha estallado en la isla. Por el otro lado, las izquierdas, sobre todo aquellas vinculadas al marxismo y al comunismo de Estado, y sorprendentemente una buena parte de lxs anarquistas, asumen el discurso fácil que el propio gobierno cubano emite: las protestas han sido orquestadas desde Miami, por sectores burgueses y capitalistas que quieren hacer caer el sueño «revolucionario» de 1959. De esta manera, se hace la vista gorda y se dejan estar numerosísimas estrategias de represión, censura y coacción que, desplegadas en otros territorios por parte de gobiernos neoliberales, han escandalizado a toda la comunidad internacional y han sido objeto de condenas y de una gran solidaridad. Por no hablar del paternalismo que rezuma este discurso y que presenta al pueblo trabajador como un inútil manipulable que debe ser guiado hasta su emancipación.

También fue un golpe orquestado desde Miami, según Mariela Castro y el régimen castrista, la marcha del Orgullo LGTBIQ que se celebró hace dos años en La Habana de manera ilegal luego de que el CENESEX anulara la tradicional conga contra la homofobia, y que se saldó con numerosas personas detenidas, heridas y que durante mucho tiempo después fueron escrupulosamente vigiladas por la policía castrista.

La presencia de patriotas y neoliberales en protestas desarrolladas en territorios gobernados por regímenes capitalistas, y el carácter interclasista de muchas de las protestas que brotan de manera espontánea desde abajo y desde los márgenes no nos han hecho meter a todxs lxs activistas en el mismo saco ni ha sido un motivo para condenar las protestas y la manifestación pura y dura de la rabia popular.

Jamás habríamos asumido de buen grado o como un «mal necesario» las detenciones arbitrarias, las muertes y la brutal violencia policial desplegada sobre la clase trabajadora chilena en el estallido social y que hoy día perdura. La censura y los ataques a la libertad de expresión que condenamos y combatimos en España, no pueden ser vistos con buenos ojos si el que lo despliega es un régimen que se dice revolucionario, pero que no deja de ser el viejo armatoste de siempre, con su policía, con su ejército, con su represión, con sus cárceles, con sus servicios de inteligencia, con sus oligarquías, con sus clases explotadas, y que devasta los territorios, asfixia la vida y la condena a la miseria en nombre de la revolución.

Nosotrxs nos negamos a asumir cualquiera de estos discursos maniqueístas y panfletarios que tan solo favorecen y legitiman al poder y al Estado, ya sea el castrista o el estadounidense. Nos negamos a asumir como parte de nuestro discurso anarquista la doble vara de medir con la se que analiza y se valora la violencia institucional y estatal sobre las gentes que habitan los territorios. Nos negamos a avalar, legitimar y aceptar el enfrentamiento y la guerra ficticia a la que el gobierno cubano somete a la clase trabajadora, llamando a lxs «cubanxs verdaderamente revolucionarixs» a enfrentarse en las calles a quienes protestan contra la carestía y contra la tiranía del Estado. Para nosotrxs la única guerra posible es la de clases. El problema no es la gente, no es la clase trabajadora. El problema son los estados, incluido el cubano y cualquiera que se enarbole como del pueblo, y el poder capitalista, racista y patriarcal contenidos en ellos.

La revolución social, la dignidad, la libertad, la igualdad y el comunismo jamás vendrán de gobierno, Estado, institución o partido político alguno. Ni siquiera presentándose como los que llevarán a la clase trabajadora a su emancipación. Todo ello será construido desde abajo, desde la auto-organización de los desposeídxs, desde la autogestión, el apoyo mutuo y la acción directa. De lo contrario, aquello a lo que llaman revolución se convierte en un yugo o en una prisión que atrapa, mata y calla, y para las oligarquías, en un suculento destino para el turismo revolucionario de occidente.

Es urgente que el internacionalismo anarquista tome partido y abandone los discursos autoritarios que se aproximan más al marxismo y al comunismo de Estado que a la voluntad por construir sociedades comunitarias, horizontales y despojadas de autoridad cualquiera. En esta tarea necesaria, el Grupo Anarquista Aurora y la Karakola Ediciones mandamos toda nuestra solidaridad a lxs compañerxs cubanxs que desde las perspectivas libertarias se enfrentan en estos días a la tiranía del régimen castrista, así como a las garras norteamericanas. Tenemos los ojos puestos en vuestra resistencia y en vuestros esfuerzos de socavar el poder de ahora y de siempre y de construir la sociedad que anhelamos.

Un saludo a lxs compañerxs de las organizaciones libertarias que, desde Cuba, nos han escuchado y esclarecido los hechos para construir una perspectiva propia y evitar la trampa de los discursos del poder.

¡El único comunismo posible es el anarquista!

Firman: Grupo Anarquista Aurora y La Karakola Ediciones

Protestas sociales en Cuba

Fuente: extraído de la web de KRAS- MAT. Sección Rusa de la AIT (IWA)
Los anarquistas cubanos apoyan las protestas sociales en el país y condenan la represión en su contra. Se oponen tanto al embargo estadounidense contra Cuba como a las políticas dictatoriales y procapitalistas de las autoridades cubanas. Los anarquistas esperan que los hechos ocurridos les permitan abrir nuevos espacios de diálogo sobre el antiautoritarismo y la lucha social fuera de cualquier partido de izquierda o derecha.
El 10 de julio estallaron protestas sociales en varias ciudades cubanas. Manifestaciones espontáneas de vecinos indignados tuvieron lugar en San Antonio de los Baños, La Habana, Holguín, Camagüey, Santiago de Cuba y también en Matanzas, donde se ha sentido la escasez más aguda de medicinas y alimentos en los últimos años.
Cuba enfrenta una grave crisis económica. La economía colapsó un 10,9% el año pasado y otro 2% este año. Los cubanos se ven obligados a hacer cola durante horas para comprar artículos de primera necesidad. Reuters citó a una mujer de San Antonio diciendo: «Están protestando contra la crisis, la falta de alimentos o medicinas, contra el hecho de que todo tiene que comprarse en tiendas de cambio de divisas, etc.» Los manifestantes exigieron medicamentos, el fin de los cortes de energía y un mejor suministro de alimentos y bienes de uso diario. Algunos corearon las consignas antigubernamentales «¡Abajo la dictadura!», «¡Libertad!» y exigió la renuncia del presidente Miguel Díaz-Canel ( https://amerika21.de/2021/07/252355/demonstrationen-kuba )
Las autoridades cubanas han intensificado las reformas de mercado y el desarrollo del capital privado en los últimos años. Todo esto ha limpiado aún más los problemas de desigualdad social y ha profundizado la brecha entre la riqueza de la élite, los empresarios y especuladores privados y la creciente pobreza de la población.
Los videos y las fotos en las redes sociales sugieren que las protestas en varios lugares han estado acompañadas de saqueos de tiendas.
Como las protestas fueron espontáneas, personas con diferentes convicciones salieron a las calles. En algunos lugares, se podían ver eslóganes antisocialistas, banderas estadounidenses o llamados a la intervención estadounidense. Pero esto no fue de ninguna manera típico para la mayoría de los manifestantes. Además, entre ellos se encontraban activistas y disidentes socialistas y «comunistas» de oposición.
Las autoridades respondieron a las protestas sociales con una ola de represión. Decenas de personas fueron detenidas. Los manifestantes fueron dispersados ​​con gases lacrimógenos. La policía y los «ciudadanos» parapoliciales, armados con garrotes y palos, atacaron a los manifestantes, los golpearon brutalmente y les arrojaron piedras. El asustado presidente Díaz-Canel, que llegó a San Antonio, se apresuró a declarar que «comprende» los problemas de la gente común, pero inmediatamente acusó a los manifestantes de ser manipulados por enemigos externos de Estados Unidos y neoliberales. Las autoridades argumentan que las protestas en sí mismas fueron «provocadas» desde el exterior, como si la población trabajadora de la isla no tuviera razones suficientes para estar descontenta con la difícil situación social, la pobreza y la explotación.
Los anarquistas cubanos apoyan las protestas sociales en el país y condenan la represión en su contra. Se oponen tanto al embargo estadounidense contra Cuba como a las políticas dictatoriales y procapitalistas de las autoridades cubanas. Los anarquistas esperan que los hechos ocurridos les permitan abrir nuevos espacios de diálogo sobre el antiautoritarismo y la lucha social fuera de cualquier partido de izquierda o derecha.

Cuba: el fin del encantamiento social de la «Revolución»

El encantamiento social represivo que mantenía pacificado al museo de gran parte de la izquierda internacional se ha desvanecido. Debajo de la «Revolución Cubana», y a contrapelo de su benigna imagen, ha brotado públicamente, en toda su crudeza y grandilocuencia represiva, el «Estado cubano». El mismo Estado cubano creador —para enfrentar al imperialismo yanqui— de una policía política omnipresente que combate a la sociedad mantenida bajo su control. El mismo Estado cubano destructor —en nombre del socialismo— de todas las organizaciones populares y obreras que, con sus historias de lucha, hicieran realidad cotidiana las declaradas conquistas socialistas. Ese mismo Estado cubano que ha convertido la solidaridad en una marca de identidad internacional, sobre la base de mantenernos hundidos en la desconfianza y el miedo entre vecinos. El mismo Estado cubano que —en medio del recrudecido bloqueo yanqui— construye más hoteles para turistas extranjeros que infraestructuras para producir comida, frutas y leche. El mismo Estado cubano que ha producido las únicas vacunas en Latinoamérica contra la covid-19, pero mantiene a su personal de salud en una condición de asalariados de la policía política.
Ese Estado cubano en estos días de julio de 2021 ha mostrado lo que es: una oligarquía común y corriente, celosa de mantener a toda costa su poder absoluto; una cleptocracia vulgar con ínfulas humanistas e ilustradas; una pirámide de poder tan sólida y desproporcionada como las pirámides de las teocracias egipcias, pero rodeada de arenas de playas paradisíacas.
Sostener ahora argumentos geopolíticos sobre el lugar de Cuba en la estrategia imperial global, argumentar que las protestas antigubernamentales en Cuba son inevitablemente pagadas por la derecha cubana de Miami, esgrimir que los protestantes son simples delincuentes en busca de saqueos, que el verdadero pueblo revolucionario está con su gobierno —esos son todos argumentos que describen una parte significativa de la realidad, pero no la agotan en un punto. El pueblo de Cuba tiene tanto derecho y tanto deber a la protesta como el de Colombia y el de Chile.
¿Cuál es la diferencia? —¿que son oligarquías con orígenes distintos?, ¿con prácticas más o menos brutales?, ¿con maquillajes ideológicos más o menos diferenciables?, ¿con posturas más o menos serviles con el gobierno de EE.UU.?, ¿con ideales más o menos sublimes para justificar sus privilegios? Todas esas inmensas diferencias entre las oligarquías colombianas, chilenas y cubanas se reducen a cero cuando en una bella mañana de domingo descubres que, además de las oligarquías mafiosas en Colombia y en Chile, la oligarquía cubana también —frente a un pueblo sin armas— está armada hasta los dientes, un poco más o un poco menos, para triturarte a ti y tus hermanos, a tu cuerpo y a tu mente, si solo se te ocurre cuestionar de palabra la normalidad que ellos gestionan.
Todo lo que el Estado cubano ha hecho por producir unas vacunas nacionales contra la covid-19, todas las subvenciones laborales, todo las mejoras salariales que ofreció a muchos sectores en medio de la pandemia, de golpe se evaporan, no solo por la espiral inflacionaria y el desabastecimiento alimentario endémico en Cuba, sino también porque se hizo visible que todo ello formaba parte del entramado macabro de la «tolerancia represiva», algo que ahora puede descubrir cualquier persona decente en Cuba, sin tener que leer ningún brillante libro sobre contracultura. A quienes vengan ahora a edulcorar esa tolerancia represiva en este país y levantar sobre ella el espejismo de la concordia militarizada, podemos definirles serenamente como el nuevo rostro de lo que no debe tener cabida en nuestro futuro. Quienes en nombre de una futura democracia o del buen funcionamiento de la economía, vengan a desacreditar las afinidades y las fraternidades y las energías que brotaron en las protestas, o reduzcan a «simple vandalismo de la crápula social» lo ocurrido en estas jornadas, hablan en nombre y con el lenguaje de las decrépitas oligarquías que otra vez levantan sin vergüenza la voz en nuestro país.
Las «masas» otra vez se han convertido en «pueblo», con todas sus luces y sombras, al dejar de obedecer las pesadas cadenas de mando, y volver a confiar en los afectos, las afinidades y las mínimas capacidades de hacer y pensar juntos, que han resurgido en la desobediencia y en la solidaridad entre iguales, en medio de la espiral de la violencia, la pandemia y el desabastecimiento. Esa es la nueva realidad que ha nacido en Cuba en estas jornadas de julio de 2021, y de esa nueva realidad, como anarquistas en Cuba, queremos sentirnos parte.
Firmado: Taller Libertario Alfredo López