Texto extraído del blog El Canto de la Arpía
Si algo ha logrado el sistema capitalista contemporáneo es convertir nuestras demandas en objetos de consumo. Por eso hoy no puede asombrarnos que existan feminismos al servicio no sólo de los Estados y sus aparatos represivos, sino de las corrientes más reaccionarias del Mercado. Y dentro de todo este panorama se impone una serie de prácticas feministas o declaradas como tal, que resultan incapaces de forjar un análisis estructural profundo de nuestra sociedad y se limitan a activar en función de demandas claramente dictadas desde los grandes medios de difusión y centros de poder. Me refiero más específicamente a temas como el acoso callejero, que abordado desde una perspectiva elitista y paternalista, ha servido para la implementación de políticas institucionales orientadas a la estigmatización del obrero y a una mayor policialización de los espacios públicos. Ni el mass media ni el feminismo pop podrían ir más allá, no podrían poner sobre el tapete temas tan trascendentales como la explotación del cuerpo femenino en el mundo de la reproducción capitalista.